Las fibras de amianto son fuertes, duraderas y resistentes al calor y al fuego, por estas razones a lo largo de los años ha tenido muchos usos en las distintas industrias. En la actualidad, está prohibida la comercialización y el uso de productos que contengan amianto añadido intencionadamente. Actualmente solo se permiten las actividades encaminadas a la eliminación, descontaminación y operaciones de mantenimiento en las que los trabajadores puedan estar expuestos a materiales con amianto, y todo ello bajo unas rigurosas medidas de seguridad, formación, prevención y protección.
El riesgo que puede entrañar para la salud se produce por una manipulación incorrecta del mismo, sin las medidas de protección adecuadas. Las fibras de amianto no se evaporan al aire ni se disuelven en agua, pero pueden contactar con el agua y con el aire cuando se degradan los materiales que contienen amianto o por su manipulación, corte, demoliciones, rotura, etc.
Las fibras, en las puede descomponerse el amianto pueden ser inhaladas y depositarse en el interior de nuestros pulmones, y, tras largos periodos de tiempo, resolverse en afecciones a nuestra salud como la asbestosis, el mesotelioma, carcinoma de pulmón, cáncer de laringe y faringe. Hay otros cánceres que se están estudiando por su relación con el amianto como son: ovario, esófago, mamas, colon, riñones, páncreas, faringe, próstata y estómago.
Los estudios realizados han demostrado que el tabaco actúa de forma sinérgica con el amianto, es decir, que multiplica los efectos producidos por la exposición a las fibras de amianto de forma que la probabilidad de padecer este cáncer a una persona fumadora expuesta a las fibras de amianto puede ser hasta 12 veces mayor. Los principales síntomas según los estudios son: dolor torácico, dificultad para respirar, pérdida de peso y apetito, cansancio y expectoración de sangre, falta de aire, tos seca y persistente, dolor u opresión del pecho, sonidos crepitantes y secos en los pulmones al inhalar, las puntas de los dedos de las manos y de los pies parecen más anchos y redondos de lo normal (dedos en palillo o de tambor), dificultad al respirar, voz ronca o sonido al roncar, cierta dificultad al tragar, sensación de fatiga constante, alta sudoración y altas temperaturas.
El Instituto de Salud Laboral Nacional nos dice que entre las personas trabajadoras potencialmente expuestas, la lista es enorme, porque puede comprender desde electricistas, fontaneros, carpinteros, pintores, decoradores, albañiles, yeseros, techadores, antenistas, ascensoristas, los técnicos de calefacción y climatización, instaladores de gas, alarmas, aislamientos, protección contra incendios, personal de mantenimiento, bomberos, profesionales de emergencia, de gestión de recursos, etc.
El amianto (asbesto) es el nombre genérico de un mineral fibroso del grupo de minerales metamórficos, es un material resistente a altas temperaturas y posee buenas capacidades de aislamiento frio y calor y acústico. Dadas sus propiedades aislantes, ignifugas y resistencia química, es un material que ha tenido múltiples aplicaciones de uso común, como son tuberías, cubiertas, aislamientos, placas de revestimientos, depósitos de agua, material de aislamiento, juntas, sellantes, etc. Teniendo mayor presencia en el sector de la construcción, aunque también se empleaba como material de aislamiento en vagones de ferrocarril, barcos, aviones e incluso en vehículos militares, etc.
Lo podemos encontrar en placas onduladas o lisas en tejados, en paredes, en techos, suelos, así como tuberías, canales y depósitos de redes de agua, jardineras, paneles y placas para techos, etc.
Las fibras que lo componen están débilmente ligadas por lo que pueden dispersar fibras al ambiente de forma espontánea o como consecuencia de movimientos de aire, choques, vibraciones, etc.
Una fibra de amianto en un lugar cerrado puede permanecer durante 72 horas suspendida en el aire y es 500 veces más pequeña que un pelo humano por lo tanto, no vamos a saber que está ahí.